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Coloin McRae

Colin McRae, una figura que trascendió los límites del Rally

Colin McRae: Hay nombres propios de la historia del deporte, de la cultura, de la política y de la vida, en general, que trascienden los horizontes -algunos cercanos y otros no tanto- de la mera especialidad en la que ésa persona se desenvolvió a lo largo de su trayectoria.

Un ejemplo que reúne esas características, y que excedió en el buen sentido los límites del Rally fue el del escocés Colin McRae, un piloto que creció junto al deporte en su vida diaria, ya que su padre, Jimmy McRae, fue cinco veces campeón del Campeonato Británico de Rally.

Primeros pasos en el Rally

A sus 19 años, y luego de un paso fructífero por el Rally de Escocia, le llegó la oportunidad de mostrar su impronta, sus aptitudes y su carácter conductivo en la disciplina más importante del Rally: el WRC. Hizo su presentación oficial, a bordo de un Nova, en el Rally de Suecia aunque sus primeras actuaciones destacadas empezaron a llegar un año más tarde, en 1989, con su Sierra Cosworth.

Llamó la atención de la directiva de la marca Subaru, que rápidamente se contactó con él con el objetivo de que los representara en el Rally Británico desde la temporada 1991. Y así nació una unión que marcaría para siempre a la disciplina. Colin McRae se alzó con dos títulos consecutivos en 1991 y 1992 devolviendo así toda la confianza que la marca inglesa había depositado en él.

Y su primera victoria en el WRC, también con Subaru, llegó en 1993. Fue en el Rally de Nueva Zelanda, en el que junto a su copiloto y compatriota Derek Ringer llevaron al Subaru Legacy RS al triunfo (el primero de la marca en la divisional máxima).

Colin McRae

La incursión del Impreza y los campeonatos mundiales

La temporada 1994 estuvo signada por el desembarco del modelo Impreza como caballo de batalla de Subaru. El español Carlos Sainz y Colin McRae le aportaron tres triunfos a Subaru (el español cantó victoria en Grecia, mientras que el escocés ganó en Nueva Zelanda y Gran Bretaña). Eso no alcanzó: el madrileño concluyó segundo en el campeonato y Colin hizo lo propio en la cuarta colocación; el campeón fue el francés Didier Auriol, que también celebró junto a Toyota el título de constructores.

Todo cambiaría a partir de 1995. Colin McRae mostraría una superioridad abrumadora para conquistar, con su destreza y toda su tenacidad, el certamen solamente a cinco unidades de su inmediato perseguidor -y compañero de equipo-, Sainz. Subaru, con su flamante Impreza 555 sumaría el primero de sus tres campeonatos consecutivos, y Colin se alzaría como el monarca más joven de la historia del WRC con 25 años y 109 días (récord que caería en manos del finlandés Kalle Rovanperä en 2022 tras consagrarse con 22 años y 1 día).

En 1996 y 1997 el escocés fue subcampeón. El primer año concluyó a 31 puntos del líder, el finlandés Tommi Mäkinen. Y al año siguiente cedió ante el mismo rival, pero apenas por un punto a pesar de sumar seis victorias (tres en las últimas tres citas del calendario).

Más allá de que en 1996 y 1997 Subaru volvió a coronarse en el campeonato de constructores, el idilio que se forjó entre los fanáticos y Colin McRae fue fortísimo. A la hora de rendir entre el volante y la butaca nunca se guardó nada, y eso deleitó a todos sus seguidores y detractores, que lo respetaban por su investidura de campeón mundial con hambre de gloria.

El desembarco en M-Sport Ford

Sus desafíos deportivos, siempre superadores, lo llevaron al equipo Ford en la temporada 1999. Ganó dos de las primeras cuatro fechas (en el Safari Rally de Kenia y en la fecha de Portugal), pero la irregularidad y los abandonos no le permitieron pelear por la corona.

Finalizó cuarto en el campeonato del 2000 (con dos victorias), y fue subcampeón en 2001: se impuso en las carreras de Argentina, Chipre y Grecia, y fue el máximo ganador del año, pero la poca confiabilidad mecánica en las primeras fechas lo relegó al segundo escalafón del certamen tan solo un punto por detrás del campeón, el británico Richard Burns.

A pesar de sus dos logros en la temporada 2002, en Grecia y Kenia, poco pudieron hacer todos los competidores ante la supremacía del Peugeot del finlandés Marcus Grönholm, que se coronó antes de la última fecha.

La llegada a Citroën, un impasse y el retorno

En 2003 se sumó a Citroën para conformar una estructura competitiva junto a Carlos Sainz y Sébastien Loeb. Ese año concluyó séptimo y no cosechó triunfos. En 2004 se quedó, de manera sorpresiva, sin butaca y no participó del campeonato mundial.

Volvió a formar parte del parque automotor del WRC tras la contratación del equipo checo Škoda Motorsport, en 2005. Disputó dos fechas y tan solo culminó la primera, en Gran Bretaña. Y un año después, debido a la lesión de Sébastien Loeb, el equipo Kronos Citroën lo llamó para ocupar (por la carrera de Turquía) la butaca del francés.

El amor del público, su trascendencia y un repentino final

El escocés nunca escondió su esencia, fiel al estilo “todo o nada”. Esa característica lo llevó a tener una afición muy seguidora, a la cual acostumbró a grandes hazañas. A sus aptitudes automovilísticas le sumó carisma, un combo cautivante.

Y estrenó una saga de videojuegos que llevó su propio nombre (Colin McRae Rally) y que acercó a miles de personas al mundo del Rally.

En septiembre de 2007 perdió la vida en un trágico accidente mientras conducía su helicóptero cerca a su casa, en el que también estaban presentes su hijo mayor y dos amigos de la familia McRae.

El hecho enlutó al mundo del deporte en general y al del Rally en particular. Fue la desaparición física de una figura que supo ganarse, por todas sus particularidades, el mote de ídolo en un ambiente en el que ese privilegio no lo puede ostentar cualquiera.

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