

Facilidad Engañosa
Facilidad Engañosa: A menudo me encuentro en la situación en la que ablandar la suspensión genera reacciones en la dinámica del auto que no son tan fáciles de percibir. Se me ocurrió transcribir una conversación con un piloto para explicar por qué ir más blando buscando más grip en un camino angosto no siempre es una ganancia.


Imagínense manejar con un retraso en la vista. Giran la cabeza, pero la imagen tarda en actualizarse. Ven la curva, pero el cerebro la procesa medio segundo después. Cuando quieren reaccionar, ya es tarde. El cuerpo se mueve más brusco, exagera los gestos, trata de compensar. Al principio no lo notan porque todo parece normal, pero en cada maniobra el auto los exige más. Cada corrección llega tarde, cada frenada se vuelve imprecisa, y así, sin percibirlo claramente, terminan manejando más lento, adaptando el ritmo para sentirse cómodos con las reacciones. Construyen una realidad errónea del verdadero potencial del auto.




Eso es lo que pasa cuando la suspensión está demasiado blanda. La información llega con retardo, la carrocería se mueve más, la transferencia de peso se demora, la masa suspendida tarda en apoyarse por completo sobre los resortes, y pierden esa conexión instantánea con lo que pasa bajo el auto. No sienten cuándo están en el límite, se dan cuenta recién cuando ya lo pasaron. Entonces, de a poco, empiezan a frenar antes, a girar de más, a pisar el acelerador con dudas. Y lo peor es que el auto se siente cómodo, tranquilo, sin golpes ni reacciones duras.


Es una cuestión sensorial de cada piloto: cómo, a través principalmente del asiento, el volante y los pedales, percibe lo que sucede entre el neumático y el piso. Si esa conexión se vuelve difusa, la velocidad real se aleja del rendimiento óptimo sin que uno lo note.






AUTOR: Carlos D’Andrea